¿Quieres vender helados a los pingüinos?

Si me ofreciesen vender helados a los pingüinos de la Antártida, rechazaría la oferta por bien pagada que estuviese

No sería por escasez de clientes, de los cuales por suerte quedan unos cuantos
Ni sería porqué no me pueda llevar bien con ellos. Vamos, que hace años lloré como un niño al ver “El viaje del emperador”
Tampoco sería porqué dudase de la calidad del producto (como Italiano, tengo ciertos estándares en helados)

No

Sería porqué, a parte de los cuatro despistados de siempre, los pingüinos no tienen necesidad de helado

* aunque les guste el frío
* por amiguetes que podamos llegar a ser
* aunque estuviera convencido de que les encantaría (melocotón con albahaca, ¡una bomba!)
* por cuanto pudiera insistir y utilizar toda técnica de venta conocida y por inventar

Simplemente, no son buenos clientes para mi helado

Los dromedarios del desierto, al contrario, sí que apreciarían algo fresco y fácilmente convertible a líquido

Vendedores, no confundáis a los cuatro pingüinos despistados que compran con los dromedarios, que no lo son

Para eso, hace falta detenerse y pensar sobre quiénes son los clientes ideales, cómo y porqué les puedo ayudar, y dónde los puedo encontrar (idea: no en la Antártida)

En ventas como en todo, la preparación es esencial